sábado, 24 de mayo de 2014

Hacé lo que puedas, votá lo que quieras

En tiempos donde la consigna es conseguir tu corazón, a fuerza de arrancarlo con patrañas, de las más bajas que un ser humano puede inventar para conquistar al otro, como tratándose de la estrategia que aplica un enamorado no correspondido, para cautivar a aquella persona que intenta conquistar, como utilizando cuanto mecanismo de convencimiento existente exista. Como buscando el perdón de cada uno de nosotros por no haber aparecido durante el período en que les tocó trabajar enserio, por que ahorraban para salir de campaña cuando les llegase el turno de ir a criticar lo que el gobierno en el poder no hizo o hizo mal. Así, y ahí, van los candidatos, debiendo favores a todas las empresas privadas que puedan conseguir incluir en su banco de favores, empresas que les pagan la mega operativa de campaña, asesores, carteles, banderas, tarros de pintura, camisetas, y hasta chori-votos, armando un estado público, haciéndonos creer que es de todos, regándolo de favores ahora adeudados a mega-corporaciones compra tierra y vende patria, favores que deben ellos, pero pagamos nosotros.

Ahí van los candidatos y sus militantes, militantes que por humanos, en épocas electorales gustan de mostrar las miserias más profundas, alentando a no votar a "aquel de allá", más que promoviendo ideas del candidato al que apoyan, alegando que Fulano DeTal está con alzheimer, sin saber siquiera qué conlleva esta enfermedad degenerativa, o jurando que el otro le pega y la caga a la mujer, y aquel es puto, pero puto de los bien putos. Diciendo que Jorge Batlle se moría antes de terminar el mandato, y casi catorce años después, sigue haciendo bromas y cagadas, como tantas hizo durante su gobierno.

Ahí van los militantes que en los tiempos que corren, son más miserables que militantes, metiendo listas electorales por la boca del transeúnte cada vez más ajeno a la política, para conseguir la cuota de la piscina que sabemos, compraron el verano pasado, ahora buscan que la corte electoral termine de pagar.
Marchan con la bandera de la inseguridad, cuando siempre robaron, de los impuestos altos, cuando saben que sin impuestos no existe una cosa llamada país, del costo de vida indignante, cuando saben que el gasto de sus propiedades supera el gasto de un barrio marginal, con la bandera de evitar plantaciones de estupefacientes, negando la experiencia que ya existe en el resto del mundo desarrollado.

No estoy a favor de ninguno, estoy en contra de todos aquellos que nos vienen a vender la bolsa de basura naranja y nos venden el reciclaje, mejor dicho, "La nueva bolsa de basura naranja, mucho mejor que la decolorada bolsa de basura roja, para que ahora puedas reciclar por nosotros". Estoy en contra de todos estos que se preocupan por nosotros seis meses cada cinco años. De estos sinvergüenzas -diría el negro- que ahora me hablan de educación y prefieren dominar en la ignorancia, sólo por que es más fácil, por que ellos y sus cabezas chatas de tierras secas y arquitectura greco-romana no intentan crecer, intentan emparejar hacia abajo.

Pero no estoy indeciso, se muy bien lo que tengo que hacer, es mi obligación, es tu obligación, que nos teman, que salgan a pedirnos el voto, que vengan de rodillas cada cinco años a rogarnos por nuestra participación, por que en definitiva, ese es también parte de su trabajo, y parte del nuestro como socios de esta sociedad. Que vengan con sus mentiras, que acá estaremos, pensando, analizando, desglosando, pudriendola.

Decidí abstenerme de la demagogia de todos, de los blancos y azules , de los rojos y blancos, de los blancos, azules y rojos, de las mentiras, del poder de dos o tres, de peleas por la tele y cenas juntos a escondidas, de decretos adeudados, demandas internacionales, trancas intencionales a decisiones personales, de las pocas libertades individuales, de lo que caro que cuesta ser libre, de que vivir cueste más que vida. Decidí que voy a hacer lo que yo quiera, y votaré lo que pueda.

Vos, aprontá tu corazón, vienen por el.

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