Nicolás le había avisado a Sofía que el
Domingo siguiente se verían en la casa de la familia de él. Día que normalmente
su padre hacía asados para todos, día que sería ideal para hacer la
presentación en sociedad.
Todos en su familia hacía meses le veían
más feliz, en general su disposición a la vida toda era distinta de lo que
había sido años atrás, cuando abruptamente había roto su matrimonio. Su madre,
que aún no superaba sus problemas de volumen al hablar, esta vez parecía
aceptar a una mujer que no conocía, como novia de su hijo, su Padre, que
siempre tanto le daba todo, sabía que el buen pasar de la familia de la novia
de su hijo le iba a permitir salir adelante en la vida en sociedad, sus
hermanos poco preocupados estaban por quién era o qué tenía esta “tal Sofía”,
pero alentaban a su hermano a que comenzara una nueva vida amorosa.
Entonces Nicolás, que ya les había
comentado a todos los integrantes de su familia, que Sofía le había cambiado la
forma de ver las cosas, la perspectiva de ir hacia adelante y no dejarse estar,
que le había otorgado un nuevo empuje a su propia vida, se había despertado un
tanto ansioso por la llegada de su novia a la casa de sus padres. Algo temprano para la normalidad de sus horarios, hizo los ejercicios diarios y
se dio una ducha reparadora mientras apuraba las horas del reloj, ansiando que
llegara el momento en que su amada llegara a su casa, a disfrutar del que
seguramente sería, el mejor asado que habría probado en su vida. Nicolás le
otorgaba a su padre, facultades extraordinarias a la hora de asar la carne a la
parrilla, y lo cierto es que esas facultades existían.
Habían quedado la noche del viernes, que
sobre la una de la tarde del Domingo, él la esperaría en la parada del ómnibus en la esquina
de su casa, e irían juntos así le sería más sencillo a ella
pasar por ese momento de incertidumbre, desde que se bajara del ómnibus hasta
la puerta de la casa. Y así como lo habían acordado fue. Sobre la una menos
diez de la tarde Nicolás estaba en la parada del ómnibus esperándola, cuando
vió el setenta y seis que llegaba desde Punta Carretas sonrió y afinó la mirada
para distinguir si bajaba por delante o por detrás. Bajó por detrás un tanto
nerviosa, pero cuando lo vio esperándola, una sonrisa se dibujó en su mirada y
el beso apasionado que le dio, tranquilizó todos los nervios que venía cargando
desde hacía media hora.
En la casa de Nicolás, su padre preparaba
el fuego, su madre las ensaladas, y sus hermanos cotilleaban de temas banales
de actualidad. Entre los temas de actualidad, sacaban conjeturas sobre la novia
de su hermano, que ninguno conocía en persona, pero dadas las referencias que
Nicolás les había ofrecido, prometía ser una mujer de bien.
Entraron por la puerta y desde la barbacoa
del fondo de la casa se sintió el portón cerrarse, Isabel, la hermana del medio
de Nicolás dijo <<ya llegaron>> y se meneó en la silla como
buscando la mejor postura, María, la madre terminó de acomodar los últimos
cubiertos en la mesa mientras asentía al comentario de Isabel, como si de eso
dependiera la comodidad de la invitada, Germán, el hermano más chico se puso de
pié y estiró el cuello para verlos llegar. El Juan sirvió dos vasos con un
whisky etiqueta verde que había reservado para una ocasión especial y le dio fuego
al habano que venía demorando desde hacía al menos una hora.
Nicolás entró de la mano de Sofía por el
camino que conducía desde el jardín hasta la barbacoa, saludó a su familia como
si no hubiese dormido allí y presentó a su novia.
El silencio reinó en el lugar. Las miradas
se cruzaban y hasta se podía sentir el ruido cuando bebían el refresco. Todos
esperaban otra cosa, si de cosificar a las personas se trata. Todos esperaban
una mujer de bien y la imagen de Sofía no condecía con la imagen que la familia
de Nicolás tenía como una mujer de bien. El silencio reinó el ambiente durante
algunos mintos, hasta que por fin Juan habló.
- - Sos callada Sofía…
- - No, no es callada –respondió
Nicolás gentilmente – es sordomuda.
- - Ah, y si no nos decías,¿como lo
íbamos a saber?
- - Creo que no era importante, se
sabe comunicar perfectamente…
Las miradas volvieron a cruzarse, hasta que
Nicolás escuchó un susurro que su hermana le dirigió a su madre,
- Nos
trajo una nnnegra…
-Sh! – trató de disimular María –
- Y no sabes cómo coge – agregó Nicolás –
Germán que en ese momento se llevaba un
vaso a la boca escupió sobre las ensaladas y comenzó a reir mientras miraba a
su hermano, una mirada bastó para que se entendieran, y Sofía, que había leído
todos los labios de la conversación, también comenzó a reír, tomó a Nicolás de
las mejillas con ambas manos y le dio un beso apasionado en la boca,
seguidamente tomó un papel de su libreta, se tomó unos minutos, escribió un
mensaje y se lo entregó a Nicolás para que lo leyera en voz alta.
<<Muchas gracias por recibirme,
supongo que todos sus comentarios racistas y discriminatorios aún están
presentes en sus formas de pensar por que no me conocen, amo a Nicolás con todo
mi corazón, ha sabido ver en mi lo que otros no han podido. Soy sordomuda y si,
también soy Negra, querida Isabel. Los negros somos personas como cualquier
otra, la única diferencia es el color de nuestra piel. Y para que todos lo
sepan, no solo se coger muy bien, también me mando unas tortas de
puta madre!>>
La madre de Nicolás se tomó la frente
apoyando el codo en la mesa, Juan que ya estaba sentado en la cabecera de la
mesa, le apoyó el brazo en la nuca y la miró con ojos tiernos.
- - La culpa es mía –dijo María –
Y Germán nuevamente escupió toda la mesa
con su refresco.