sábado, 30 de agosto de 2014

De cuidar

Si cuando un corazón al plato,
te habla de heridas sangrando,
te cuenta que se ha lastimado,
por miedos que avista cercanos,
por verte bromear al pasado,
con llantos que rompen a hombres,
por pisos que mueves mirando,
y de mil tangos enamorado,
no basta que digas te quiero,
no basta que digas te amo,
aveces un corazón al plato,
solo quiere ser cuidado.
Si entiendes que no se entiende,
lo dicho por el lastimado,
que no es de razones la tarde,
que no son caricias en vano,
será que al final le atiendas,
cuando sea el tiempo adecuado,
y en una llovizna comprendas,
que no sea voz de lo vago,
no basta que digas te quiero,
no basta que digas te amo,
aveces un corazón ajado,
temblando y con miedo al pasado,
solo busca ser cuidado.

martes, 26 de agosto de 2014

Desasosiego

Como punzante en la garganta,
como queriendo pedir permiso,
intentando explotar que araña,
ardiendo sumergido en su aviso,
te augura un presente sombrío,
creyendo, al otro día se pasa,
y en las sombras está el brío,
de faltas ortográficas en casa,
de lagrimas que deshidratadas,
hacen las fosas para una caja,
de sentirse así invadido,
invadiendo en sus terrenos,
a gentes que hace esquivo,
a quienes le ven como reo,
a sentir que esa exigencia,
se ha puesto unilateral,
y le invade su conciencia,
el temer ir a explicar,
y le larguen a los perros,
por plantarse en una idea,
que le traten de forastero,
y morirse por quererla,
con lamentos entre su ser,
que nadie viene a percibir,
que a nadie parecen mover,
y uno que llora al escribir,
que no va más a ir a perder,
que se expone demasiado,
que la piel se le va a caer,
y la angustia, le ha ganado.

jueves, 21 de agosto de 2014

Aferren

Tantas veces por el barrio,
recorriendo en bicicleta,
aventuras de corsario,
remontando una cometa,
tantas vueltas en tu esquina,
miles de horas transpiradas,
tantas pelotas perdidas,
tantas pelotas pinchadas,
tantos negocios cerrados,
por tu padre y por el mio,
tantos bolsillos forrados,
por el agua sucia al río,
cien amigos en agendas,
de tu casa y de mi casa,
como mucho lapiceras,
lo que los diferenciaba,
y así y todo no nos vimos,
ni siquiera en fin de año,
ni miradas compartimos,
ni en verano hubo un helado,
tan cercanos nuestros mundos,
que el destino entretenido,
nos ponía en otros rumbos,
más distantes, más mezquinos,
donde fuese de experiencia,
cabalgar hacia adelante,
donde muros de conciencia,
nos enseñen y levanten,
que sorpresa más ingrata,
no encontrarte en mi destino,
ir atando cuerdas magras,
hasta quedarme contigo,
es que pareciera chiste,
que por una historia corta,
y por ver que le dijiste,
a mi hermano de esa nota,
comenzamos nuestro cuento,
que escribiendo del presente,
fuimos conectando inciertos,
dejándolos que se aferren,
y en una mirada tuya,
con una mirada mía,
entendimos era mucha,
la fortuna de este día.


martes, 19 de agosto de 2014

Trescientos Setenta y siete días

Anto,
Hace exactamente trescientos setenta y seis días que te vi por primera vez, y no es que lleve la cuenta en una libretita, al mejor estilo de presidiario, donde de cada cuatro rayas verticales paso una horizontal y voy de cinco en cinco contando los días que te elijo y me seguís eligiendo. Sucede que, un día revisando los mensajes de mi teléfono para hacerme de más espacio para música, me encontré con el primer mensaje que nos mandamos, y era ese, donde coordinábamos si nos veríamos esa noche, la primera noche, aquella que de todas maneras, hubiese sido fácil recordar, jugaba Peñarol vs Cobreloa, había perdido Peñarol y quedamos afuera de la copa Libertadores.

Noche que se podría decir, comenzó complicada con el partido, pero que a base de conversaciones y alcoholes estimulantes, donde echábamos la culpa a sindicatos del actual estado de la educación, íbamos conociendo nuestra forma de pensar. Noche donde había una amiga tuya acompañándote y como queriendo cuidarte del lobo feroz que acababa de cruzar la puerta, se puso la camiseta del gremio y me cobró todas, o casi todas, offside.

Noche que tampoco fue mágica, lo que se dice mágica-mágica, vendría meses después. Pero tampoco fue una noche para el olvido, yo a veces pienso, como jugando, como haciendo prueba de la salud de mi corazón, y me imagino si esa noche cuando llegamos a la esquina de tu casa, en lugar de sentarnos en la intemperie a tomar cerveza del pico, abrigados por el frío polar y el banco de hormigón , que a esa altura de la madrugada parecía de hielo, nos hubiésemos despedido, sin cerveza, sin cola fría, sin manos heladas, y sobre todo, sin los besos que me negaste.

Me lo pregunto, me lo imagino, y enseguida me digo "no, no", si, si, por que no es algo que todos, o todas soporten, en lugar de hacerme pasar, me comí tres horas al frío de Agosto, sólo para saber cuál otro secreto traías escondido, solo para averiguar más de vos.

Hoy hace trescientos setenta y seis días que te vi por primera vez y me negaste el primer beso, y me lo negaste sólo para ser vos quien diera el primer beso, y no yo quien te lo robara, solo para demostrarme que a una dama no se le niegan los besos, solo para mostrarme quien eras y hasta donde me dejabas ir.

Y esa, mujer dura, firme, intachable, que me iba a hacer transpirar cada beso, es la mujer que me elige día a día, y la misma que con el paso de los días fui aprendiendo a querer, hasta darme cuenta que ya era parte de aquello que alguna vez yo había imaginado como lo más cercano al ideal de compañera para toda la vida.

Esa misma vos, es la que me dice que me ocupe antes de preocuparme, la que me detiene los delirios innecesarios de grandeza, y me alimenta los sueños de ser gigante, la que sabe que soy un niño cuando veo una pelota y un hombre cuando hay que serlo, a veces también atrás de una pelota. La que ríe enamorada de mis celos inexplicables de mamotretos del pasado. La misma que me permite caminar a su lado y crecer con experiencias que se viven de a dos, por que de a dos es mucho mejor. La que me comparte su vida. A la que le comparto mi vida.

Capaz que mañana mis historias sensibleras y de humo rojo no son suficientes, capaz que mis poesías para amanecer no te llenan los ojos de lágrimas, capaz que me dejas de elegir por mis pelos ingobernables o mi caminar rengo después de cada partido, capaz que te cansan mis días de apagón, capaz que nada de eso te preocupa, por que te ocupas de elegirme y hacérmelo saber cada mañana, aunque me levante sacando espuma por la boca.

Me faltan palabras para decirte cosas que te podría decir con una mirada, ponerte incómoda en un segundo y que me preguntes <<¿Qué me mirás?>>, así que ya lo sabés, cuando te miro así, es por que te digo todas esas cosas que ni en cuarenta cartas sería capaz de traducir en palabras, por eso, aunque me quede corto, te quiero, pero no como el primer día, te quiero como aprendí a hacerlo a lo largo de estos trescientos setenta y seis días, y eso es mejor que como el primer día, por que hay trescientas setenta y seis razones, excusas, y más, seguramente más, para quererte. Y me encanta quererte.

Perdón, ahora hay trescientas setenta y siete.

Nos vemos en casa.

Es más verano

Hoy me has despertado,
con tus cabellos en mi cara,
con tu aliento a madrugada,
con las marcas de la almohada,
y con la fuerza de los mares,
has traído al buen camino,
en los días más mezquinos,
pronunciando las tristezas,
ocupándome en proezas,
has marcado me las pautas,
de las cosas de la mano,
si es de a dos, es más verano,
solos, es más complicado,
juntos, nada será en vano,
y siempre es más sabroso,
almorzando frente a frente,
y durmiendo acompañados,
pero sobre todo es tuya,
esa bendita excusa,
que me obliga a ir mirando,
como con y sin razón,
y al sol volé buscando,
sin llorar mi corazón.

viernes, 8 de agosto de 2014

Tornados

Que me digas que me quieres,
solo si estoy para acompañar,
que con tu mirada de frialdad,
hasta las piedras logres licuar,
que me hundas en la sombra,
del dolor que te me vayas,
sufriendo en cada hora,
cuando pasas raya.

Que con tu cálida mirada fría,
hagas frente a tantos temores,
y me sigas eligiendo día a día,
retumbando entre mis colores,
regalando algunas certezas,
con caricias de perdones,
esculpiendo tu belleza,
con labios y sabores.

Que me quieras como sabes,
que bien sabes que me lleva,
en la espalda de inmortales,
a lugares donde no nieva,
y donde esa mirada fría,
se cruza en el camino,
el camino de la mía,
y todo lo adivino.

Con mis ojos que delatan,
lo que pasa por mi mente,
cuando cruzo esa mirada,
que no se sostiene fuerte,
sin embargo cual tornado,
de palabras sin sonido,
y de corazón calado,
se queda conmigo.