Como punzante en la garganta,
como queriendo pedir permiso,
intentando explotar que araña,
ardiendo sumergido en su aviso,
te augura un presente sombrío,
creyendo, al otro día se pasa,
y en las sombras está el brío,
de faltas ortográficas en casa,
de lagrimas que deshidratadas,
hacen las fosas para una caja,
de sentirse así invadido,
invadiendo en sus terrenos,
a gentes que hace esquivo,
a quienes le ven como reo,
a sentir que esa exigencia,
se ha puesto unilateral,
y le invade su conciencia,
el temer ir a explicar,
y le larguen a los perros,
por plantarse en una idea,
que le traten de forastero,
y morirse por quererla,
con lamentos entre su ser,
que nadie viene a percibir,
que a nadie parecen mover,
y uno que llora al escribir,
que no va más a ir a perder,
que se expone demasiado,
que la piel se le va a caer,
y la angustia, le ha ganado.
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