jueves, 6 de marzo de 2014

Pobre de el

Se cayó el yeso de la placa,
donde el nombre del autor,
de aquella hermosa estatua,
sustituye al real escultor,
como en fábulas antiguas,
donde el rey era el cliente,
ordenando en sus misivas,
poner su nombre de frente,
la lluvia, el viento y clima,
han jugado su partida,
desgastando esa mentira,
que al autor real cubría,
y por un par de palabras,
que apenas fueron duras,
quien decía que soportaba
se fue a curar las suturas,
cerró cortinas del templo,
encendió velas sin fuego,
se encerró en su lamento,
en la oscuridad del miedo,
y se mantuvo ese silencio,
donde él creía se sanaba,
en su pobre mundo austero,
donde retorcía su mirada,
y encontraba la simpleza,
en cuestionar cada estrella,
que si bolas de gas, reza,
o si es Dios quien alienta,
que esto no lo preciso,
que al final lo voy queriendo,
se va poniendo indeciso,
y viejo se va endureciendo,
abriendo el templo desierto,
va invitando a caballeros,
que sigiloso y algo muerto,
lleva canastos por senderos,
pretende llevarle vida,
con suculentos cuentos,
pero es una tumba al día,
lo que dejan sus intentos,
y el pobre rey tan ingenuo,
creyendo cierto su lamento,
cree y compra ese invierno,
y duro cree vencer al miedo,
será nuevamente el viento,
la brisa y un jardín soleado,
suficiente el argumento,
para ocultar el llanto amado,
amainar la depresión que aqueja,
esconderla bajo la alfombra,
entre otras cosas, tomar mierda,
por que ahora fuerza le sobra,
y es tan cíclico este mundo,
que al más toxico de la ciudad
lo tienen en su baño inmundo,
y hasta a veces le invita a cenar,
pero pobre el rey, además de todo,
es tan ciego que se cubre la vista,
por que le gusta creer que su modo,
es el único y objeto de la envidia,
pobre que se regodea en su soledad,
nadie acompaña sus dos días alegres,
no tiene súbditos para poder mandar,
no tiene reino, esta solo, como quiere,
pero hay algunos días, sin embargo,
que se olvida de sus parques oscuros,
deja de ser el subcampeón más amargo,
y añora la verdadera simpleza del mundo,
que no está en la pregunta a todo el sentir,
ni está en tener o no tener un solo objeto,
tampoco está en ser profesional del vivir,
está en tener pasión y quererse zambullir,
sin preguntas atropelladas a cada golpeteo,
sin análisis profundos sobre la piel del cerdo,
sin dudar de la certeza que te brinda un te quiero,
sin quemarse la cabeza por que "no son como espero".

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