jueves, 1 de agosto de 2013

De acento sobrador.

Ella que tan cercana y a la vez distante,
esconde sus brazos al trágico cobarde,
esquiva del malo que claudica errante,
adopta al valiente jugando a la madre.

Con sus vueltas tan modernas,
sus opciones a granel,
las cantinas siempre abiertas,
y sus ojos color miel.

Ella recorriendo galpones y rascacielos,
que va escupiendo chances pa’ crecer,
da veredas taconeadas dando celos,
mucha niebla para aprender a ver.

Que le quiten lo bailado al sol,
cuando alumbra las baldosas,
que le digan lo contrario hoy,
si la ciudad es buena y airosa.

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