martes, 27 de agosto de 2013

Una carta de amor en crisis



Querida Patricia,

Vos no conoces nada de mí, yo tampoco conozco nada de vos, pero se me ocurrió escribirte esta carta.

Te quiero contar como te conocí, y luego si querés, vemos si es igual a como lo recordás vos. Pero te voy a escribir como si tuvieras bigote, para que entiendas lo que digo, te pido te pongas el bigote y hagas de amigo, por un rato nomás.

Me encontraba por alguna extraña razón a las siete menos diez de la mañana en el instituto del barrio Buceo, no acostumbraba a levantarme a las cinco y media en la madrugada, pero ese día lo había hecho y había llegado temprano, había marcado mi ingreso en la administración, y me daba vuelta para mirar la calle y salir a fumar mi cigarro de todas las mañanas. Fue entonces cuando vi entrar a una mujer rubia de ojos claros, con una bufanda de colores rodeándole el cuello y parte de la cara, que caminaba directamente hacia donde estaba parado, imaginate, una rubia despampanante se venía caminando elegantemente hacia mí, hasta traía una mochila y un mate bajo el brazo, Una rubia hermosa que toma mate.  ¡Increíble!.

Cuando desperté del shock inicial, la vi pasar por mí costado ya retirándose hacia las escaleras, habiendo firmado la entrada, miré la hoja donde firmó y supe que su apellido comenzaba con ‘’A’’, de todas formas no puede descifrar toda su caligrafía, vi que saludó a algunas personas de la planta baja, a mí me hizo una levantada de cejas alusivo al ‘todo bien’ y subió a la sala de profesores. Me sentía descolocado, no sé si era por la belleza que emanaba, por la seguridad con la que caminaba o por la casi completa indiferencia con la que me trató.

Por supuesto que la seguí, la vi en la sala de docentes, la saludé, me saludó y ahí mismo, en ese preciso instante me ganó. La voz, grave y tenue, suave y precisa, su porte saludable en unos jeans y una elegante camisa, tirándose hacia atrás su melena rubia de leona, mientras buscaba las libretas de sus grupos, me flecharon como un pastel de manzana. Recuerdo que se fue esbozando una sonrisa de ‘no me molestes’, que perfectamente podría haber sido un ‘borrate’, yo supongo que por delicadeza no me lo dijo. No importaba lo que me dijera, yo estaba completamente flechado.

No sé lo que pasa después, si es ese mismo día o al siguiente miércoles, que motivado por volver a verla me vuelvo a levantar temprano y finalmente podemos hablar. Sé que fue un interrogatorio del tipo policial de mi parte y lo respondió sin chistar, Que ¿Cómo te llamas? ¿Qué enseñas acá? ¿Vienes solo los miércoles?.  Más hablaba y yo más me enganchaba. Mis nervios me ganaron y me fui sin decirle ni como me llamaba ni que enseñaba allí. ¡Un desastre lo mío!.


Intentando enmendar el error al siguiente miércoles fui con dos bombones de chocolate, como todas las mañanas de todos los miércoles, esperé que llegara y cuando la vi en la sala de docentes, sola, me acerqué y le pedí disculpas por la nefasta charla que yo le había propuesto la semana anterior.

Apoyé mi mano sobre la mesa y le dije ‘’esto es para pedirte disculpas por la charla nefasta del miércoles pasado’’, levanté mi mano y allí estaban los dos bombones, chocolate y chocolate blanco. Debo decir que no los aceptó de primera, tuve que decirle ‘’no se aceptan devoluciones’’ y allí agradeció el gesto, me dijo que la charla del miércoles pasado no había sido tan mala, y que le encantaba el chocolate.

La sonrisa que ella me regaló, me la acuerdo hasta hoy, me aprendí como se pone su boca en esa sonrisa puntual y cada vez que la volví a ver y me sonrió de esa manera, me volvió a enamorar. Esa, (Esa que pones ahora cuando lees esto), esa sonrisa es la que quiero verle siempre.

‘’Después cuentos conocidos, que, ¿Qué le vamos a hacer?’’. Mi cobardía al rechazo, me llevó a mover mis hilos entre mis contactos y preguntar por cosas sobre ella. La busqué por todas las redes sociales habidas y por haber, y no apareció. Me llegó la noticia, ‘’tiene novio’’, así que no dejé que mis energías se fueran con ella, había que respetar la relación que venía transcurriendo.

Además, el día que le regalé los bombones, más tarde en la mañana volvimos a hablar en la sala de profesores, en un momento determinado se llenó de otros profesores que atentamente, prestaban atención a nuestra charla mientras hacían de cuenta que seguían en sus tareas, decidí dejar todo como estaba y salir de la sala, al salir un profesor me miró a los ojos y con una sonrisa un tanto irónica me dijo ‘’buena suerte’’ delante de ella, y supe que él tenía algo con ella, más tarde confirmé que era su novio.


Pero ahora la volví a ver, un año después y contra todas las apuestas me la vuelvo a encontrar, esta vez soltera. Mi cobardía de nuevo y el tratar de expresarle mis sentimientos adecuadamente, me llevaron a quemar mis pensamientos en un poema, la invité a tomar café en una poesía, una de esas cien que ya escribí, una de esas diez o doce que forman parte de todas las que le escribí hasta hoy, para ella.

El poema parece que le gustó, no sabe del resto. Yo la sigo viendo igual, igual de rubia encantadora, dueña de mis ganas de ir con la excusa de enseñar, a verla. Sé que toma mate, pero el dialogo no es del todo fluido y nos comunicamos poco. El café se hace esperar.

Espero que puedas encontrar un minuto de tu ocupada agenda, que tus obligaciones no se impongan algún día todos los días, que las excusas desaparezcan de la respuesta fácil, y que te arriesgues a conocer a alguien más que te quiere conocer.

Perdón, no te pedí que te sacaras el bigote de amigo.

Yo sé que no puedo darte algo más que un par de promesas, una vuelta al mundo en taxi, un paseo con tu mate por el prado, una carrera de acá a la esquina, una mano para subir la caja, un abrazo de felicitación, un par de días cansado, un par de clavos con cuadros, unos desayunos a la cama, o un lo que vos quieras. 



No soy del todo bueno para expresar lo que me pasa frente a vos, me invaden los nervios, siento que vuelvo a tener 12 años y la maestra me pone a resolver una ecuación de nivel liceal.

Si en una de esas tenemos la posibilidad de sentarnos juntos a conversar sin que nadie nos moleste, va a ser el más lindo de los regalos, si por el contrario, no se da, deseo que tengas la mejor de las vidas y encuentres alguien que te regale las ganas de sacar la mejor versión que puedas llegar a ser.


Fue un honor haberte escrito todos estos versos, fuiste durante mucho tiempo la musa que me obligó a sentarme y verter mis ideas con rimas en un papel, la inspiración que cualquiera puede querer, vos me la regalaste con lo poco que me diste.

Ahora hace dos o tres semanas que no te veo, y extraño los pocos minutos que te veo cada semana y sé algo más de vos, es extraño, pero las ganas de verte y conversarte combinadas con los paros, me han puesto en crisis.

Tenés el poder  para hacer que un hombre, solo con verte cinco minutos por semana quede perdidamente flechado por vos, te escriba diez o doce poemas y una carta de amor en crisis.


Que lo disfrutes.

Un beso de esos que nunca nadie te dio.

Nacho.

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