jueves, 5 de septiembre de 2013

Traslación genética de la frustración

Antes de comenzar a espetar mis pensamientos en este pobre y humilde ensayo, quiero tomarme un párrafo para compartir cuál es mi toma de partido; desde qué lugar procederé a escribir estas pocas.

Hoy hablaré de un tema relacionado con la sistemática manera de actuar y proceder de muchos padres, la cuál he observado a lo largo de mis años de vida. Tendré el atrevimiento de hablar de un tópico en el que no tengo experiencia práctica, ya que no soy padre. De todas maneras esto no me deshabilita para contar y describir cual es mi visión acerca de este problema.

El tema tiene que ver con la traslación genética de la frustración; eso que hace que las futuras inocentes criaturas recién engendradas se vayan transformando a lo largo de los años en personas que cargan una mochila, llena de mandatos, prejuicios y contradicciones. Esta traslación atenta contra la libertad de los niños de poder llegar a ser lo que ellos realmente sienten ser.

Veamos como se va construyendo este fenómeno; la frustración es algo inherente a los seres humanos, todos en algún momento sufrimos por factores propios, naturales o de terceros alguna frustración a lo largo de nuestra vida; no se trata de tener buena o mala suerte, todos, absolutamente todos vamos a pasar por una situación de este tipo en algún momento. La clave está en saber que hacer con estas frustraciones. Muchas veces nosotros, las personas, bajamos los brazos, damos nuestro proyecto como concluido y nos dedicamos a apostar un nuevo proyecto en otro ser, nuestros hijos.

Los hijos, aunque protegidos y educados por los padres, en algún momento serán personas únicas, originales, libres e independientes; sin derecho los padres de poseerlos como si fuesen dispositivos o automóviles.

En pocas palabras decimos... como mi proyecto fracasó ¿qué me queda? engendrar y crear un nuevo proyecto,¿y si fracasa?, engendrar y crear un nuevo proyecto, y así repetidamente hasta el cansancio.
Esto es a lo que yo llamo "Traslación genética de la frustración"; una verdadera porquería.

Si quise ser una gran bailarina y no lo logre, proyecto en mi hija y le otorgo el mandato supremo de ser una buena bailarina; si quise ser un gran futbolista y no lo logré, proyecto en mi hijo y le otorgo el mandato supremo de ser un gran futbolista; si quise ser un gran músico y no lo logre, proyecto en mi hijo y le otorgo el mandato de ser un gran músico.
Esto no hace más que generar una presión absolutamente avasallante y negativa en el niño adjudicándole una responsabilidad que no tiene porque tener y exponenciando sus futuras frustraciones; ya no sólo tendrán frustraciones propias sino que habrán frustrado nuevamente a sus padres, al mandato de sus padres.

Una vez caminando por las calles de mi barrio leí una leyenda escrita en un muro:

"Mientras los padres se preocupan de darle a los hijos lo que no tuvieron se olvidan de darles lo que si tuvieron"

¿Es realmente importante que ellos sean lo que nosotros queríamos ser?.. absolutamente NO.
Ellos tendrían que ser lo que ellos quieran ser y lo mejor que los padres pueden hacer es proveerlos de herramientas para vivir libremente; herramientas útiles pero no en forma de mandato sino dando el ejemplo.

Me he aburrido de observar a padres hostigando a sus hijos a leer y estudiar pero muy pocos son los que he visto agarrar un librito para leer, descomponer un algoritmo en un cuaderno, escribir una poesía o componer una milonga. Muchos otros se irritan porque los pibes son violentos y espetan palabras soeces pero muy pocos son los que sintonizan programas culturales en la TV o evitan decir malas palabras en la mesa a la hora de la cena. Muchos son los que abren tópicos acerca de las andanzas de sus vecinos pero muy pocos los que debaten un tema cultural.

"El ejemplo no es la mejor manera de influir sobre los demás sino la única"

Es hora de empezar a observar la naturaleza y el comportamiento de los animales con sus crías; estoy convencido de que es la mejor manera de acortar la brecha de las deformaciones sociales que ha sufrido nuestra especie y desvincularnos de esta estrepitosa cadena de vicios. Tomemos algo de nuestro tiempo para reflexionar y pensar acerca de nuestra manera de actuar, principalmente si esta actitud habrá de repercutir a la larga sobre otros seres.

Las crías no siguen apadrinadas por sus padres más de treinta años, no le hacen asco a los alimentos, reciben las enseñanzas justas y necesarias para sobrevivir; no son sobreprotegidas ni reciben diferencias unas de otras.

Estoy hasta las pelotas de escuchar foros de padres que se encargan de intercambiar proezas de sus hijos; que Carlitos camino a los nueve meses, que Juanita pronuncia perfecto la palabra "abuela", que Pedrito hace todas las tareas del hogar, que Clarita se saco un STE en la escuela, que Fernandito hizo tres goles en el partido del domingo. QUE IMPORTA, que CARAJO IMPORTA; vivir libremente no incluye ninguno de esos mandatos; en definitiva lo que están haciendo es compitiendo ellos, jugando una competencia a ver que grupo de padres es más evolucionado genéticamente. La verdadera evolución genética es dejar vivir, dar libertad, proyectar libertad, desestimar el triunfalismo, tener la habilidad para salir de la vorágine absorta y patética circundante para ser capaz de dar aire fresco a las vidas no solo de nuestros hijos sino del prójimo.

Qué importa si ellos son lo que yo quería ser, qué importa sin logran grandes triunfos, que importa si son mejores que otros; eso no es lo trascendente, lo verdaderamente trascendente es intentar ser mejores con nosotros mismos, conocernos a nosotros mismos para ser lo que realmente sentimos ser; les aseguro que los pibes solo observando nos van a copiar.

"Los niños y los locos siempre dicen la verdad, por eso a los niños los educan y a los locos los encierran"

Acá hacen falta locos...


1 comentario:

  1. Muy bueno, sería provechoso que se repartiera este ensayo en las canchas donde se enseña a niños a competir entre ellos. Con respecto al ensayo, creo que lo que realmente importa y gratifica, es ver a tu hijo lograr grandes cosas que ellos quisieron lograr. Un salú!

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